Fuente de la imagen: archivo propio |
En el fin de semana pasado he estado rehojeando “El ocaso de los ídolos”[1], con el estudio preliminar del Catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, Enrique López y la traducción de Francisco J. Carretero. Pensaba el autor que representaba una excepción respecto al resto de sus libros, porque no había más sustancioso, independiente, demoledor y malvado.
Recomendaba Nietzsche que el que quisiera hacerse una idea rápida de cómo estaba todo cabeza abajo antes de llegar él, que empezara por ese libro. Apuntaba también que lo que en el título se designa con el nombre de “ídolo”, no era más que lo que hasta ese momento se había venido llamando “verdad”.
Para Friedrich, “El ocaso de los ídolos” significaba que "el fin de la vieja verdad estaba próximo" (frase que considero de rabiosa actualidad). Parte de este texto también se ha editado en el Sitio de Manuel, bajo el título “El fin de la vieja verdad está próximo”. Fuente de la imagen: archivo propio.
Para Friedrich, “El ocaso de los ídolos” significaba que "el fin de la vieja verdad estaba próximo" (frase que considero de rabiosa actualidad). Parte de este texto también se ha editado en el Sitio de Manuel, bajo el título “El fin de la vieja verdad está próximo”. Fuente de la imagen: archivo propio.
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[1] Nietzsche, Friedrich. El ocaso de los ídolos. Editorial Edimat. 1998.