La escalera de los ángeles

Fuente de la imagen: archivo propio
Después de uno días desagradecidos en lo profesional, junto a los desencuentros y opacidades de la política en mi país y la lenta evolución del llamado “desconfinamiento” en relación a la COVID-19, posibilitaron que en el fin de semana pasado eligiera para rehojear el libro del polifacético Alejandro Jodorowsky, “La escalera de los ángeles”[1]. Escribe el autor en la contraportada que el texto no fue un consuelo para él, sino una tabla de salvación: “No hay en este libro ni una sola palabra que no me haya sido dictada por ese centro luminoso que es la raíz o el fruto de nuestra sombra”. Habla de una escalera por la que suben y bajan los ángeles.

Este subir de la tierra y bajar del cielo se le presenta al autor, tras la muerte repentina de su hijo, como una vía doble y simultánea para poder aliviar su dolor y acceder a la sabiduría. Paralelamente esta imagen le sugiere diferentes formas de pensar, una clara y sencilla, que poco a poco se va haciendo poesía, y otra, emocional, compleja e incierta, que se va convirtiendo en filosofía. Ambas se entremezclan en estas páginas, unidas en un corazón único que late en aquella zona donde el dolor ya es impensable. Parte de este texto también se ha editado en el Sitio de Manuel, bajo el título “Cuando la individualidad no entorpece la unidad”. Fuente de la imagen: archivo propio. 
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[1] Alejandro Jodorowsky, “La escalera de los ángeles”. Ediciones Obelisco. 2006.