Recientemente, en la preceptiva limpieza de la balda que tocaba de la estantería, sobresalió el libro que me dejó Celestino Canorea Merino, titulado “Planificación Contable”[1], que he estado re-hojeando en el fin de semana pasado y que arriba te dejo una foto de la portada. Con muy buen tino, se dice en la presentación del texto que la progresiva implantación del Plan General de Contabilidad en las empresas españolas debía significar por aquellos tiempos (finales de la década de los setenta, principios de los ochenta del siglo pasado), una homogeneización y normalización de los estados contables.
Canorea Merino desplegó en el manual, con exquisito rigor y didáctica, una abundante y adecuada representación gráfica y un elevado número de ejemplos con la finalidad de orientar en la tupida red de interrelaciones, asientos y denominaciones contables. Querido Celestino, si por casualidad me lees, quiero que sepas que tengo que devolverte el ejemplar del libro que me dejaste (me pasé por la última empresa que me dijeron ejercías de directivo, pero ya no estabas). Parte de este texto también se ha editado en el Sitio de Manuel, bajo el título “Con exquisito rigor y didáctica”. Fuente de la imagen: elaboración propia.
Canorea Merino desplegó en el manual, con exquisito rigor y didáctica, una abundante y adecuada representación gráfica y un elevado número de ejemplos con la finalidad de orientar en la tupida red de interrelaciones, asientos y denominaciones contables. Querido Celestino, si por casualidad me lees, quiero que sepas que tengo que devolverte el ejemplar del libro que me dejaste (me pasé por la última empresa que me dijeron ejercías de directivo, pero ya no estabas). Parte de este texto también se ha editado en el Sitio de Manuel, bajo el título “Con exquisito rigor y didáctica”. Fuente de la imagen: elaboración propia.
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[1] Canorea Merino, Celestino. Planificación Contable. Editorial Banco de Vizcaya. 1979.