La primera vez que tuve constancia de Mario Vargas Llosa fue por el título de su primera novela, “La ciudad y los perros”, que en 2012 cumplió cincuenta años (si quieres acceder al vídeo, subido a Youtube por RAE, con la celebración en la Real Academia Española de la presentación institucional de la edición conmemorativa del cincuentenario, clickea AQUÍ). Allá, en la convulsa y corta EGB que padecí, década de los setenta del siglo pasado, el maestro de Lengua promovió un juego entre sus alumnos: situados en coro, unos a otros nos realizábamos preguntas de distintas materias. Entre las cuestiones que previamente hilé, se encontraba de quién era la novela “La ciudad y los perros”, que semanas antes el profesor había referenciado en clase y que no me suena que viniera apuntado en el Senda (ver “Especialmente gordos y densos”). Décadas después hojeé la obra y conocí el argumento y esa técnica de narración conocida como "vasos comunicantes", entristeciéndome y emocionándome por momentos. Si pudiera, le preguntaría al maestro si El Jaguar, personaje de "La ciudad y los perros", realmente mató al cadete Ricardo Arana, El Esclavo, o por el contrario, se responsabilizó de la muerte para, así, no perder su liderazgo. La imagen corresponde a la portada de la primera edición del libro en español; fuente: Wikipedia.