Fuente de la imagen: archivo propio |
En el fin de semana pasado he vuelto a hojear el texto del psicoterapeuta Thomas Moore, “El cuidado del alma”[1], que me regalaron en los inicios de la anterior crisis económica (2009) y que tan bien le vino a mi alma. Y es que, como se escribe en la contraportada, el gran mal de nuestro tiempo es la “pérdida del alma”, que se manifiesta en forma de vacío, depresión, desilusión respecto al matrimonio o las relaciones.
Sin embargo, parafraseando a Moore, cuidar mi alma no consiste en abstraerme en una existencia ideal, libre de los problemas que nos acucian, sino en permanecer en el crudo presente, cerca de la actual vida tal y como se expresa, otorgando un espacio a la reflexión, la meditación y la acción en pro del beneficio de la ciudadanía. Dice Thomas que mi alma está conformada tanto de luz como de sombras, y solo cuando acepte esta realidad me acercaré a su naturaleza.
El autor intenta ofrecerme en las páginas un programa para ubicar mi alma en el centro de la vida y ahondar en sus secretos a través de la mitología, las bellas artes o los sueños. Parte de este texto también se ha editado en el Sitio de Manuel, bajo el texto “El cuidado del alma en tiempos de la COVID-19”. Fuente de la imagen: elaboración propia.
El autor intenta ofrecerme en las páginas un programa para ubicar mi alma en el centro de la vida y ahondar en sus secretos a través de la mitología, las bellas artes o los sueños. Parte de este texto también se ha editado en el Sitio de Manuel, bajo el texto “El cuidado del alma en tiempos de la COVID-19”. Fuente de la imagen: elaboración propia.
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[1] Moore, Thomas. El cuidado del alma. Ediciones Urano. 2005.