Te comento el largo y apasionado café que, por motivos profesionales, tomé ayer tarde, con un pretérito empresario. Sentí al hombre alicaído, como si la actual crisis económica y financiera le hubiera hecho perder el amor por su grupo empresarial. Lo único que le movía a transitar por la vorágine comercial era la consabida inercia.
Afortunadamente, recordé el texto de Richard Chang, "The Passion Plan", donde el autor apunta que este sentimiento profesional no ocurre de ayer a hoy o debido a una situación puntual, como puede ser el momento que vivimos actualmente, sino porque nos hemos dedicado a otros temas o negocios que nos han alejado de la esencia de nuestro saber hacer, propiciando que situaciones ajenas o externas nos hagan desviar la atención de lo que originaria y verdaderamente nos interesó, concentró nuestras energías o posibilitó nuestro relativo éxito, en la adaptación al cambiante medio económico y social.
Según Chang, para no caer o, en todo caso, superar esta situación, hay que procurar diariamente inyectarse un poco de pasión. Charlamos largo y tendido. En el corto plazo, no estimé procedente insistir en cerrar la propuesta profesional, pero, al despedirnos, percibí un renovado brillo en sus ojos. Eso es lo que importa. Ahora sé porqué no me afligí cuando, nuevamente, archivé la eterna oferta de colaboración. Presiento que la próxima vez disfrutaré de distinta suerte (Fuente de la imagen: Wikipedia).
Afortunadamente, recordé el texto de Richard Chang, "The Passion Plan", donde el autor apunta que este sentimiento profesional no ocurre de ayer a hoy o debido a una situación puntual, como puede ser el momento que vivimos actualmente, sino porque nos hemos dedicado a otros temas o negocios que nos han alejado de la esencia de nuestro saber hacer, propiciando que situaciones ajenas o externas nos hagan desviar la atención de lo que originaria y verdaderamente nos interesó, concentró nuestras energías o posibilitó nuestro relativo éxito, en la adaptación al cambiante medio económico y social.
Según Chang, para no caer o, en todo caso, superar esta situación, hay que procurar diariamente inyectarse un poco de pasión. Charlamos largo y tendido. En el corto plazo, no estimé procedente insistir en cerrar la propuesta profesional, pero, al despedirnos, percibí un renovado brillo en sus ojos. Eso es lo que importa. Ahora sé porqué no me afligí cuando, nuevamente, archivé la eterna oferta de colaboración. Presiento que la próxima vez disfrutaré de distinta suerte (Fuente de la imagen: Wikipedia).