Las 48 leyes del poder

Tengo en mis manos "Las 48 leyes del poder", de Robert Greene, edición de Joost Elffers, editorial Espasa, regalo de Paco en 1999, cuando colaboraba en Grupo Vértice. Ayer lo volví a hojear. Contiene temas y elementos de El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo. Incluso ha sido contrastado con el clásico de Sun Tzu, El Arte de la Guerra, o también Gracián o el estratega militar Von Clausewitz, entre otros. En el libro se narran las leyes que se deben seguir para actuar con inteligencia, engaño, paciencia y liderazgo ¿Como cualquier líder? sin perder el respeto de aquéllos que lo rodean. Cada ley posee su definición, historia, género literario, frase e invalidación.

El texto está calificado con adjetivos del tipo: licencioso, despiadado, sutil o inmoderado. Algunas de las leyes enseñan la necesidad de sensatez, discreción y prudencia, las probidades del recato, la moderación o reserva, llegando, incluso, a justificar en determinados casos la falta de clemencia, altruismo o humanidad. ¡Uf! Coincidas o no con todas o algunas de estas reglas, desgraciadamente son ajustables a la vida misma y no te extrañes que algunos de tus adversarios o parte de tu competencia las pone cruel y fríamente en práctica, por lo que, al menos, debes conocerlas y estar alerta. 

Te transcribo la Ley Nº 48- Sea cambiante en su forma: “Al adoptar una forma definida y tener un plan claro para todo el mundo, usted se convertirá en el blanco de ataques diversos. En lugar de brindar a sus enemigos algo concreto que atacar, manténgase flexible, adaptable y en movimiento. Acepte el hecho de que nada es absoluto y de que no existen leyes fijas. La mejor manera de protegerse es mantenerse tan fluido y amorfo como el agua. Nunca apueste a la estabilidad ni a un orden perdurable. Todo cambia”.