Le dije que descubrí el placer de la lectura tardíamente. Ese diálogo silencioso, profundo y solitario con la creación del escritor. Conversamos en la sobremesa, largo y tendido, sobre el gusanillo que te entra al observar una crítica, un texto o un comentario serio, no manipulado, en Internet acerca de determinado libro u obra, sensación similar a la que disfrutabas en el periodo universitario, cuando antes de adquirir un texto técnico de segunda mano, lo examinábamos detenidamente, para descubrir la cantidad y la calidad de las notas manuscritas que, en los cursos anteriores, habían estampado sus distintos propietarios en los márgenes de las páginas usadas. En algún sitio leí que los escritores que han regalado formatos digitales de sus libros, han vendido más ejemplares impresos. Tal vez, el futuro de los literatos pasa por la aceptación de la Red como una herramienta más de difusión y acercamiento al lector (imagen de gifmania.com).