
Será por la rapidez con la que he pasado las hojas, la cantidad de escritos tipo “autoayuda” que antaño, hace una década, he consumido hasta la saciedad, las numerosas sesiones de coaching y tertulias sobre el referente que lleva uno en las espaldas, o que mi subconsciente se está influenciando por la crítica sólida y argumentada de una compañera que se está doctorando en inteligencia emocional, el caso es que no lo encuadro en una historia que te permite conocer más sobre esa filosofía. Lo catalogo como una regodeada semblanza, para abrir boca. Tal vez deba darle un repaso pausado para detectar el presunto verdadero mensaje (imagen del perro que aparece en la portada del libro).