En “Pensar distinto” comentaba que a lo largo de mi vida laboral alguna que otra vez ha sido necesario poner tierra de por medio ante un puesto de trabajo. Igualmente, en más de una ocasión he tenido que decirle a un cliente que no soy el profesional que necesita para tal o cual trabajo de reestructuración empresarial o institucional. No es fácil bajarse de esos trenes, sobre todo cuando ha costado cogerlos, han avalado tu currículo personas que respetas y se ha invertido tiempo en el viaje. La familia, los amigos… incluso los adversarios piensan que la renuncia se debe al ofrecimiento de un trabajo o colaboración mejor. En “Sentir un proyecto empresarial” intenté describirte esos sentimientos cuando, por ejemplo, se deben anteponer los intereses de un cliente o de un contratador laboral a los particulares, cuando se tiene que discernir entre lo correcto y lo chapucero, optando por la dimisión como solución personal o subjetiva.
Te realizo la introducción anterior porque en el fin de semana pasado he estado re-hojeando el texto de Leigh Branham, The 7 Hidden Reasons Employees Leave: How to Recognize the Subtle Signs and Act Before It's Too Late[1], que traducido con mi inglés de los Montes de Málaga es algo así como “Siete motivos ocultos de los empleados que se van: cómo reconocer los rótulos sutiles y actuar antes de que sea demasiado tarde”. El autor intenta derribar la pared que separa al empleado del empleador, en un esfuerzo por forjar una abierta discusión sobre la desvinculación de los empleados y lo que las organizaciones necesitan reconocer y perseguir activamente a fin de retener a sus mejores y más brillantes colaboradores y colaboradoras. Usando una cantidad voluminosa de datos de entrevistas y encuestas, Leigh procura acotar cada motivo, orientando a las empresas qué perfiles buscar y traduce las necesidades y los deseos de empleadores y empleados a un idioma común, permitiendo recursos humanos más valiosos para entenderse mejor.
Ciertamente, cuando pululan por mi rededor de manera continua agentes nocivos de diversa índole e importancia que tienden a consolidarse y agravarse y una vez asimilado y analizado el marco colaborativo, se inicia en mi interior todo un proceso de desunión y quiebra de la ilusión por ese trabajo o actividad, que si no se subsana conjuntamente, termina en salidas como la de “Adiós y gracias” de hace unos años y que, tiempo después, según te conté en “Fausto y boato", tuvo la desgracia de zozobrar. El caso es que por más vueltas que le des todas las conclusiones llegan a que hay que “picar billete”, seguro que estás en algunos de los motivos que enumera Branham. Esa decisión algunos individuos tienden a catalogarla, ligera o arbitrariamente, de “mercenaria” o “Culito de mal asiento”. Finalmente, tampoco se es desleal, indigno o hipócrita, cuando estás en modo “Guardando la ropa”. Este texto también se ha editado en el Sitio de Manuel, bajo el título “Reconocer y Actuar” (Fuente de la imagen: pixabay).
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[1] Leigh Branham. The 7 Hidden Reasons Employees Leave: How to Recognize the Subtle Signs and Act Before It's Too Late. Editorial American Management Association. 2006.