Escriben Alan Robinson y Dean M Schroeder en Ideas Are Free: How the Idea Revolution Is Liberating People and Transforming Organizations[1], que traducido con mi ingles de los Montes de Málaga es algo así como “Las ideas son gratis. Cómo la Revolución de la idea libera al pueblo y transforma a las organizaciones”, precisamente eso, que las ideas son gratuitas, afirmación con la que no comulgo. Se refieren los autores a esa fuente inagotable de ideas que se encuentra en los colaboradores internos y externos de la empresa, desde los que trabajan en áreas o divisiones productivas hasta los que están en contacto directo con el exterior, fundamentalmente con los clientes. De aquí emanan ideas que en la mayoría de los casos son mejores que las de los propios directivos, gerentes y ejecutivos.
Hasta ahí de acuerdo. Pero ¿Por qué son gratis? Provienen de las personas a las que se les retribuye o compensa económicamente por sus servicios y, obviamente, dentro de este feed back se encuentra el flujo de conocimiento que transfieren a las unidades de gestión, producción o decisión y por lo que son remunerados. ¿Dónde está la gratuidad? Tal vez, lo que pretenden Alan y Dean con esa incorrecta afirmación es hacer hincapié en la estupidez, tontada o sandez de los jefes y mandos intermedios en no escuchar a los equipos que coordinan, dirigen y, por supuesto, pagan; grupo de personas que están continuamente en contacto con las dificultades y las conformidades, que los que habitan en el “ala noble” nunca perciben de forma directa (Fuente de la imagen: pixabay).
[1] Alan G Robinson, Dean M Schroeder. Ideas Are Free: How the Idea Revolution Is
Liberating People and Transforming Organizations. Editorial Berrett-Koehler Publishers. 2006. Disponible a
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